No hay sueldo que pague el infierno
¿Conoces a alguien que haya aceptado un trabajo simplemente por un sueldo seguro?
Desde niños nos enseñaron que lo mejor era buscar un trabajo bien remunerado, aunque no sea el trabajo que más ames, ni lo que más disfrutes hacer.
Cada vez hay más personas así, sin disfrutar su trabajo.
Esto pasa en todo tipo de trabajos y en todas las áreas y profesiones.
No importa cuánto ganes si no disfrutas lo que haces todos los días.
Cuando no amas lo que haces, deseas que la jornada termine y que cada día que pasa sea tu último de estar ahí.
No importa cuánto te paguen si no sientes que estás sacando lo que hay dentro de ti o disfrutando lo que haces.
Y la verdad es que llega un momento en el que la cantidad de tu sueldo pasa a segundo término.
Tener un buen trabajo no es aquel en el que te pagan bien sino el que disfrutas hacer.
Te hace saltar y querer empezar cada mañana.
Un buen trabajo te paga con crecimiento, satisfacción.
Es el que realmente estabas buscando, no el que te tocó vivir.
La gente se confunde y se resigna pensando que eso es lo que tiene que hacer.
Y siempre hay de otra.
El trabajo es aquel que gozas y que al pensar en él te expandes.
Te sientes pleno y satisfecho. Disfrutas lo que haces y como consecuencia te pagan.
Deja de perseguir al dinero.
Cuando lo persigues, es cuando más sientes que se aleja y se vuelve más pesado.
A diferencia de cuando ves por ti.
Escúchate y pregúntate qué es lo que realmente te gustaría hacer.
No te quedes en el lugar sólo porque te pagan, quédate en el lugar porque amas lo que haces diario.
No es aquel del que te quejas cada domingo porque ya será lunes y tendrás que ir.
No necesariamente tienes que renunciar a tu trabajo actual, puedes emprender y crecer.
Si vas a emprender, emprende lo que te apasione y te haga vibrar.
Quédate en donde seas feliz y lo que hagas te llene, porque ahí está tu éxito.